01 febrero 2011

Dr. Dre - "The Chronic 2001"

Aftermath (1999)
Una de las muchas cosas que he aprendido viendo esa cumbre de la ficción televisiva que es The Wire, ha sido a apreciar que lo que dicen los raperos en muchas de las canciones de hip-hop que llevo escuchando desde los trece años son verdades como puños. Negratas con camisetas blancas hasta las rodillas, de pie todo el día en la esquina o sentados en las escaleras de un portal pasando crack, comentando a quién se follaron anoche y fumando yerba, con una pistola sujeta por la goma del calzoncillo, oscuro metal frío contra la piel oscura, dispuesto a disparar en cualquier momento. Rectifico, no son verdades como puños, son puñetazos de realidad, zas, en toda la boca.

The Chronic 2001 de Dr. Dre siempre me ha producido sensaciones enfrentadas: no deja de ser uno de mis discos favoritos, bien cerquita de los Beatles, Dylan, Coltrane o Baez, y sin duda alguna sería uno de esos discos que me llevaría a una isla desierta, pero claro, no hace falta saber mucho inglés ni prestar mucha atención a las letras para darse cuenta de que el elenco de estrellas del rap que aparecen en el disco no están diciendo cosas muy bonitas. Y si encima prestas atención a las letras y sabes mucho inglés, entonces se te quedan los ojos como platos. Atención a frases como "I'll be catching bitches while bitches be catching feelings"; "Now you wanna run around talking bout guns like I ain't got none, what you think I sold'em all?", "Wanna resolve things in a bloddier way? Just study your tape of NWA"; "Now that I'm sober you ain't that fine". Joder, hay una canción que se llama "Fuck you" y empieza con la mujer de uno de los raperos dejando un mensaje en el contestador de éste y diciéndole entre lágrimas lo mucho que lo quiere y que lo echa de menos y pidiéndole que, por favor, vuelva a casa, y justo cuando acaba el mensaje empieza el tipo en cuestión a rapear de esta guisa: "I just wanna fuck bad bitches. All them nights I never had bitches, now I'm all up in that ass, bitches"; ¿no es eso de lo más cruel y denigrante que habéis oído nunca en un disco? (Ojo, será menos poético y más explícito, pero no es mucho más cruel que Dylan diciendo "I ain't saying you treated me unkind (...) you just kinda wasted my precious time").

Y, sin embargo, nunca me cansaré de escuchar este disco, un disco extremadamente cruel, sexista y violento, pero uno de los mejores discos de los '90 y desde luego uno de los mejores discos de la historia del hip-hop. El disco que catapultó a la fama a Eminem con el acelerado estribillo que yo repetía de memoria en el recreo a los 16, el disco con el inmortal himno "Still D.R.E." (con un vídeo de gangsta-rap que cumple todos los cánones). No sé cómo transimitir de forma precisa la calidad musical de este álbum, pero ayuda saber que la mayoría de los sampleos de las bases no son sampleos en sentido estricto, debido a las malas experiencias que Dr. Dre tuvo con los derechos de autor, sino fragmentos "inspirados" en otras canciones y reinterpretados con instrumentos reales; y el hecho de que el mejor de estos "sampleos" y uno de los mejores de todos los tiempos no sea de James Brown ni de Sly & The Family Stone, sino de Charles Aznavour, da una idea aproximada de lo que quiero decir.

Pero después de ver The Wire ya no es sólo por su calidad musical por lo que admiro este disco, sino también por su contenido, por raro que esto suene. "The Chronic 2001" se me antoja un reflejo perfecto de la realidad que viven millones de afroamericanos en los projects. Si podemos admirar y alabar "El corazón de las tinieblas" o "Salvar al Soldado Ryan" pese a las barbaridades que en ellos leemos o vemos, barbaridades que fueron absolutamente reales, no veo por qué no podemos alabar e incluso admirar este álbum de uno de los mejores productores de hip-hop, por violenta, sexista y cruel que sea la realidad que oímos en él. (Sí, acabo de comparar a Dr. Dre con Conrad y con Spielberg. El que esté libre de pecado que me tire la primera piedra).

Como dije al empezar, viendo The Wire he aprendido otras muchas cosas aparte de apreciar la realidad de las letras de los gangstas, como que no se debe ir a una fiesta si no se tiene la intención de tocar alguna teta o que no se debe viajar por medio mundo sin hablar puto inglés, y otras muchas más como las que muestra el siguiente video. The Wire y Dr. Dre deberían ser asignaturas troncales en la carrera de la vida. He dicho.


09 enero 2011

Música de barbudos

Estas Navidades El Perro Lunar y yo no hemos podido compatibilizar nuestros horarios, así que han sido las primeras en unos cuantos años que no hemos celebrado juntos. Este año las vacaciones las he pasado en la granja de mi buen amigo Itinerant Farmer, al norte del estado de Nueva York, cerca ya de Canadá. Y allí, en medio de ninguna parte, fui a encontrarme con Jet, un perro muy majete, primo tercero o algo así de El Perro Lunar (ver foto). Una vez más, queda demostrado: el mundo es un moco en un pañuelo.

Mi visita a la granja de Itinerant Farmer parece estar convirtiéndose en una tradición anual y me he dado cuenta de que una parte indispensable de la tradición es que me vuelva de la granja con barba y escuchando a todas horas música de barbudos. El año pasado, como ya os comenté, mi gran descubrimiento granjero fue Ray LaMontagne; este año me he traído otros barbudos nuevos en el iPod, y ésa es la razón por la que escribo este post.

La respuesta a la pregunta que quizás muchos os estéis haciendo, "pero ¿qué narices será eso de música de barbudos?", es muy sencilla: es un género musical que me he inventado. ¿Vosotros no os inventáis géneros musicales? Seamos sinceros, los géneros estándar son demasiado poco precisos, casi cualquier cosa puede caber bajo la etiqueta de rock o de pop. Si os hubiera dicho que iba a hablar de folk no habríais podido saber si se trataba de una banda funeraria iraní o de Joan Baez, y si hubiera dicho canción de autor podríais haber pensado en Serrat o Aznavour. Sin embargo, música de barbudos es algo mucho más concreto que hace referencia únicamente al estilo de música que Itinerant Farmer y yo tocamos y cantamos después de un duro día de trabajo orgánico y sostenible en la granja, sentados en un sofá, con sendas barbazas y sendas camisas de franela a cuadros, acompañados de una buena cerveza casera y una buena guitarra. A que ahora lo tenéis mucho más claro. Bueno, para los que anden cortos de imaginación, os dejo aquí dos canciones, una de Bob Dylan y otra de Gillian Welch, que son ejemplos arquetípicos del género barbudo.

Los que estéis al tanto de la modernidad musical al oír lo de barbudos quizás hayáis pensado en Bon Iver o en Iron & Wine, ya que ambos gustan de dejar crecer su vello facial, y sí, ambos encajan perfectamente en este estilo (aunque no son mis favoritos) pero no os dejéis llevar por las apariencias, ("no me nades en la superficie, compadre, adéntrate, sumérgete en la profundidad del planteamiento que te quiero transmitir"), para formar parte de este estilo no es necesario lucir barba; la propia Gillian Welch no lo hace y es la reina de los barbudos. Tampoco hace falta ser americano para que tu música sea barbuda, aunque Estados Unidos sea el país con mayor número de barbudos por milla cuadrada. De hecho, el gran descubrimiento de mi última estancia en la granja es original de Suecia y no suele llevar barba, aunque sí tiene un complejo de Dylan que no puede con él. Se trata de The Tallest Man on Earth, todo un maestro en el arte de convertir una guitarra y una voz en horas de entretenimiento. Tanto es así que Itinerant Farmer y yo en un largo viaje en coche que hicimos estas vacaciones nos enzarzamos en una conversación y sin darnos cuenta dejamos que su segundo disco, The Wild Hunt, sonara unas tres o cuatro veces seguidas. Normal que ahora no pueda quitarme de la cabeza su canción "The King of Spain", en la que fantasea con hacerse Borbón y quitarle el trono a nuestro Don Juan Carlos. Tampoco es americano el que quizás sea mi barbudo favorito, Piers Faccini, que es una mezcla entre italiano, británico y francés. Yo lo descubrí hace unos años con estos dos vídeos y desde entonces no he dejado de escucharlo. Espero que os gusten tanto como a mí.




Otros barbudos que he descubierto esta Navidad son Mark Erelli y Jeffrey Foucault que, al parecer, son bastante famosos en la escena barbuda de Massachusetts, pero yo no había oído hablar de ellos en mi vida. Acaban de sacar juntos el disco Seven Curses con versiones de baladas trágicas, en su mayoría tradicionales pero con alguna más moderna, como esta "Ellis Unit" de Steve Earle sobre un empleado de la unidad de ejecuciones de una prisión americana. Un disco muy barbudo, sí señor, porque la tristeza, la melancolía e incluso la tragedia son elemento s muy característicos de este estilo de música que os presento hoy. Normal que los barbudos acabemos todos leyendo a Unamuno. Cuando Itinerant Farmer y yo solíamos cantar por España la gente nos preguntaba "¿no os sabéis ninguna canción un poco más alegre?", y entonces nos mirábamos pensativos y las únicas canciones que se nos ocurrían eran "Dead Roses" de los Rolling, "Sloop John B." de los Beach Boys o "The Night They Drove Old Dixie Down" de The Band, que, aunque un poco más animadas, no es que traten temas muy alegres que digamos.

Y poco más tengo que explicaros acerca de la música de barbudos; espero que os hayáis hecho una idea. Iba a acabar el post deseándoos feliz año y animándoos a que en 2011 os dejarais barba, pero no sé qué pensarían las lectoras de este blog, así que os animo a que, si tenéis oportunidad, trabajéis unos días en una granja, pero sobre todo os animo a que bebáis mucha buena cerveza y escuchéis mucha buena música.

05 diciembre 2010

El camino de vinilos amarillos

El que diga que comprar música está pasado de moda y que el futuro es digital y todas esas chorradas no está en lo cierto. No, no y no. Comprar discos sigue siendo una de las actividades más gratificantes para un buen aficionado a la buena música. Y yo, modestia aparte, soy uno de ésos.

Cuando llegué a Estados Unidos no tenía esperanzas de poder comprar mucha música aquí. Seamos sinceros, Knoxville no es San Francisco o Nueva York, no tiene macrotiendas-paraíso-para-freaks como Amoeba Records; ni siquiera es Nashville o Memphis, así que mi sorpresa fue doble al ver la oferta de tiendas de música que me ofrecía esta ciudad. Ahora veo la pila de vinilos que voy a tener que llevarme de alguna manera de vuelta a España y me doy cuenta de lo equivocado que estaba. Quizás el título del post sea algo exagerado y los vinilos no me den como para llegar al Reino de Oz andando sobre ellos, pero desde luego, ocupan de sobra el suelo de mi cocina, que es la mitad de mi apartamento aquí.

Knoxville, TN ha resultado ser un paraíso para los que gustan de comprar vinilos de segunda mano. Todos sabemos lo que hay en una tienda de vinilos de segunda mano: las colecciones de discos de los que en los '90 habían visto ya alrededor de cincuenta primaveras y se habían hartado de que sus vinilos acumularan polvo y ocuparan sitio y se dijeron: ¿quién necesita estos viejos discos ahora que las cintas y los CD son lo más. Además, dicen que lo siguiente será el MiniDisc, ¡qué pasada!, eso sí que va a ser la revolución. Qué equivocados estaban y qué bien nos viene ahora a nosotros la determinación que tomaron de vender sus vinilos. Pero en España estamos mal acostumbrados, porque los discos que tenían los que rondaban los cincuenta en los '90, por lo general no eran gran cosa, así que uno se encuentra mucha paja en las tiendas de vinilos de segunda mano de España. Pero, amigos, los que rondaban los cincuenta en los '90 aquí en Estados Unidos eran diferentes: muchos habían estado en Woodstock o en Big Sur, muchos fueron a las manifestaciones contra la guerra de Vietnam, muchos estarían allí cuando parecía que el mundo se desmoronaba porque Dylan tocaba una guitarra eléctrica y, seamos justos, otros muchos quizás también quemaran sus discos de los Beatles cuando Lennon dijo aquello de Jesucristo...
El resultado de todo esto es que ya entrados en la segunda década del siglo XXI un servidor se ha pasado más de una tarde despacible de otoño llenándose los dedos de polvo rebuscando en cajas de cartón llenas de una miscelánea musical sin orden ni concierto en las que iba descubriendo, una detrás de otra, joyitas que llevarse a casa, todas en perfecto estado, sin un rayajo ¡y ninguna a más de 10$! En una tienda de instrumentos (en la que ya le tengo echado el ojo a un banjo) tenían demasiados vinilos y querían quitárselos de encima cuanto antes así que me vendían dos por 7$. Una tienda de libros de segunda mano tenía millones de vinilos a 2$, 3$ y 5$ (y muchos no valían la pena, seamos sinceros). Y en otra tienda la selección era mucho mejor pero los precios mayores (entre 8$ y 12$).

Estando como estamos en Tennessee y teniendo yo los gustos que tengo, me he hecho con montones de clásicos de folk y country como el Folsom Prison de Johnny Cash, el Tapestry de Carole King, el primer disco de Peter, Paul & Mary, el Roses in the Snow de Emmylou Harris o una recopilación con lo mejor de los dos primeros discos de Dolly Parton en la que sale ella en la portada con su peinado platino antigravitacional y sus... en fin, ya sabéis.
También he encontrado los primeros discos en solitario de David Crosby y de Graham Nash, tanto juntos como separados, el Desire de Dylan, que mi padre ponía una y otra vez cuando yo era pequeño, y tres discazos de mi querida Joni Mitchell y tres discazos de mi queridísima Joan Baez, entre los que está el Any day now, ilustrado por ella misma con viñetas para cada una de las canciones. Pero la joya de la corona, la niña de mis ojos, la flor más bella del jardín no es de Joan sino de su hermana. Sí, señores. ¿Os acordáis de que yo me quejaba de que el disco de Mimi Fariña con Tom Jans no estaba reeditado? Bueno, pues sigue sin estarlo pero... chincha rabincha, yo tengo una copia origina-al y tú no-ooo.

Y no todo son clásicos, también me he hecho con rarezas, como el disco de Richie Havens tocando el sitar o una recopilación de directos de Janis Joplin y con discos más modernos como el de Ben Harper con los Blind Boys of Alabama. Y tampoco son todo countrerías y folqueces, sabéis que en este blog le damos a todos los palos, y entre mis nuevas adquisiciones me precio de contar un Dark side of the moon original y de los mismos Pink Floyd un Umma Gumma. O los ritmos tropicales de Johnny Nash, miembro indispensable de mis canciones mañaneras con I can see clearly now. Y, entre otros, la fantasía doble de Lennon y Yoko, el gospel funkoso de Graham Central Station y la mítica portada de los Wild Cherry, la de Play that funky music.

Sé que este post es un tanto atípico, pero viendo todo este panorama os podréis imaginar lo feliz que estoy con mis nuevas adquisiciones y quería compartirlas con alguien pero no sabía muy bien cómo, así que pensé que ponerlas aquí sería una buena opción. Porque comprar música sigue molando y compartir la música que te compras con amigos mola mucho más.

P.D.: Y no he querido hablar de los vinilos reeditados, que están todos mucho más baratos que en España. Aquí tenéis una muestra de lo que no he podido dejar de comprarme.
P.D.2: Si alguien quiere el vinilo original del Concert for Bangladesh, o a algún bossero le gustaría tener The River o Born to Run que me lo diga rápidamente.

27 noviembre 2010

Sylvie Vartan - La más guapa para ir a bailar

Hace un mes le prometí al Perro Lunar que hablaría por aquí de la música que escuchaba durante mi año parisino, y yo siempre cumplo una promesa, especialmente cuando se la hago al Gran Can, sabio y honorable. Como la entrada de Ismael Serrano quedó muy intensa, esta vez voy con algo más ligerito, pero sin renunciar al punto biográfico, que es lo que demanda furiosamente nuestra masa de lectores curiosos. No digáis que no, que seguro que cada día, cuando os sentáis a comer, estáis pensando con qué canción se estará despertando Susu al otro lado del océano en ese mismo momento.

Bueno, a lo que vamos. Tan pronto como me instalé en la ciudad de las luces me dediqué a investigar en la escena musical local para comprobar, con cierta frustración, que el pop y el rock no pegan muy fuerte entre los parisinos a día de hoy. No me servía de mucho la constante referencia de Phoenix, porque cantan en inglés y, en fin, lo suyo era escuchar cosas en francés a ver si aprendía algo. Tampoco ayudaban las caras que me ponía la gente cuando citaba a los buenísimos Noir Désir, dado que su líder mató a su mujer con sus propias manos, por lo que no está en su momento de mayor popularidad.

A ver, si buscabas claro que había conciertillos a primera hora de la noche, pero garitos donde pincharan canciones, cero. Eso sí, electrónica o hip hop, a puñados. Enseguida me quedó muy claro que en París, tocar la guitarra era mucho menos molón que ser DJ o MC. Que no es que yo le haga ascos a nada, pero mi espectro musical es bastante más cerrado que el de Susu y esos ritmos sólo me entran en pequeñas dosis, yo necesito melodías bonitas y estribillos pegadizos. Por otro lado, hay que admitir que París y el rock no pegan. Porque tú dices en inglés “ruockanroul” y mola, pero en francés, decir “hggocangol” no va a ninguna parte.

Con este panorama, y decidido a llenar mi iPod de letras francófonas, hubo de volver la vista atrás en el tiempo...y qué filón, amigos. Primero me sumergí en los grandes nombres más clásicos: Edith Piaf, Charles Aznavour, Jacques Brel... de ahí pasé a ese genio inabarcable que es Serge Gainsbourg, (que de haber sido inglés o americano estaría mucho más arriba en la lista de los grandes artistas de la música popular) y poco después encontré el verdadero paraíso en las chicas de la edad de oro del pop francés. En fructíferas sesiones de YouTube pasaba embobado de los vídeos de France Gall a los de Françoise Hardy, hasta que en un momento feliz di con esta maravilla. No sé bien por qué he necesitado cuatro párrafos más bien largos para llegar a la protagonista del post, pero aquí la tenemos. Dadle al play y luego ya seguimos.



Precioso, ¿no? Qué canción, qué voz, qué interpretación, qué gestos, qué miradas, qué vestido, qué peinado, qué todo. No sé la de veces que pudo sonar en mi habitación la voz de la bella Sylvie suspirando por que esa noche le despeinaran su arreglada melena y le arrugaran el vestido que tan cuidadosamente había cosido. Por supuesto, no tardé en pasarme por la imprescindible Crocodisc en la rue des Écoles para hacerme con algún disco suyo. No tenemos esta tienda en nuestros enlaces del blog porque no venden a distancia, pero si vais por allí no dejéis de echar un ojo y comprar algo, aunque sólo sea para llevaros una bolsa con sus carismáticos cocodrilos trajeados.

He de decir que mi afición a la música de Sylvie era contemplada con cierta estupefacción por mis compañeros de piso franceses (ellos eran más de Michael Jackson, Coldplay y Lady Gaga), y cada vez que pasaban por delante de mi cuarto mientras sonaba mi cd de “'Irrésistiblement” ponían la misma cara que pondría yo si llegara aquí un chaval francés que escuchara a Karina con devoción. Pero además de oír sus canciones, la verdad es que cuanto más investigaba en la vida de Sylvie, mejor me caía. Siendo una niña tuvo que emigrar con su familia a París desde su Bulgaria natal, y a los 17 años ya se la conocía como “la colegienne du twist”, lo que sin duda indica que era fabulosa, porque una chica con ese apodo tiene que ser fabulosa. Lo cierto es que Sylvie lo petaba muchísimo en sus tiempos, soltando hits como rosquillas y siendo todo un referente de la juventud, además de muy popular por su matrimonio con el pionero del rock francés Johnny Hallyday.



Una jovencísima Sylvie dándolo todo con una afrancesada versión de 'What I'd say'


Pero no sólo triunfaba en la République, eh? Su carrera está jalonada de éxitos internacionales, y giras por literalmente todo el mundo, de Italia a Japón, además de grabar en Nashville, actuar en el Ed Sullivan Show o compartir cartel con los Beatles. Una cosa que me encanta es que en Japón sigue siendo una estrella, y curioseando un poco por YouTube es fácil encontrar videoclips subtitulados al japonés, grupos japoneses haciendo versiones o anuncios nipones con una canción suya de fondo.

En fin amigos, decid sí a Sylvie Vartan y hacedle un hueco en vuestras vidas. Y si tenéis ocasión, sabed que actuará en Barcelona dentro de tres meses, a ver si os pensábais que a día de hoy se dedica a hacer calceta. ¡Eso está bien para otras, pero no para la colegienne du twist!


Anda que no sabían nada estos

No me resisto a poner otro vídeo a modo de despedida. Como quizá sepáis, en su último trabajo, Beyoncé Knowles tenía un canción llamada “If I were a boy”, de la que incluso grabó una versión en castellano: “Si yo fuera un chicó”. Si la habéis escuchado sabéis que no hay error en la tilde. En ese tema, la célebre diva habla de todas las cosas que haría si fuera un hombre, mostrando cómo de diferente sería su relación de pareja y, en general denunciando la desigualdad y lo desconsiderados que son los tíos hacia sus fieles noviecitas. Citando la versión españolizada: “los chicos son de molde, y nosotras somos de corazón”. Pues bien, todo esto lo cuento porque resulta que ya lo había hecho nuestra amiga Sylvie cuarenta y cinco años antes en su fantástico tema “Je voudrais être un garçon”. Pero menos ñoña y sacando carácter, deseando poder hacer llorar y torturar a su pareja. En fin, con ella os dejo, lamentando que ya no se hagan videoclips como éste. Maravilla.


14 noviembre 2010

Despertares musicales (Waking up is hard to do)

Estimados lectores y amigos, os escribe desde Knoxville (Tennessee) Susu, el enviado especial en Estados Unidos de El Perro Lunar. La historia de cómo he llegado hasta aquí es larga y no es el momento de contarla, pero incluye numerosos factores como piedras con nombres extraños, novelas de Cormac McCarthy y, sobre todo, mucho folk y mucho bluegrass.

Hoy quiero pediros un gran favor. Veréis, una de las cosas que hice cuando preparaba mi viaje fue comprarme una base de iPod para poder escuchar música durante mi estancia, y elegí una de ésas que además sirven de despertador. Me encanta despertarme con música, así que supuse que sería buena idea poder elegir cada noche la canción con la que quería levantarme al día siguiente, o despertarme con alguna de esas cadenas de radio tan molonas con las que se despiertan los americanos en las películas. Lo que no sabía cuando la compré es que tenía la opción de que tú crearas una lista de reproducción y el aparato eligiera cada mañana una canción al azar de esa lista para despertarte. Uuuooo... ¡eso suena a reto musical!: hacer una lista de reproducción con música absolutamente mañanera en la que cualquier canción cumpla la función de despertarte.

Ojo, no es tarea baladí. Yo soy de los que opina que la música que escuchas condiciona tu estado de ánimo, así que si quiero tener un día de "Sunshine, lollipops & rainbows" escuchar a Lesley Gore por la mañana ayudará, y si quiero tener un "Stormy monday" pues bienvenido sean T-Bone Walker o The Allman Brothers. Y no sé vosotros, pero a mí me gusta tener días felices, aunque creo en el derecho a estar tristón de vez en cuando. Así que me he puesto manos a la obra y mi lista de reproducción va creciendo poco a poco. Al principio seguí la táctica más obvia y sencilla, que es buscar canciones que traten específicamente sobre mañanas, rayos de sol y despertares. Unas pocas búsquedas de términos como sunshine o morning en mi iTunes enseguida rellenaron la lista con un buen número de canciones-despertador, que van desde "I think I'll call it morning" de Gil Scott-Heron hasta "Here comes the sun" de los Beatles o de Richie Havens (para empezar el día con un poco más de energía), pasando por "Sunshine" de De La Soul (para un toque más callejero), "Wake up little Susie" de los Everly Brothers, "Morning bugle" de John Hartford (donde fueres despiértate con lo que escuchares), o "Sunshine juice" de Hyperpotamus, a quien, si no lo conocéis merece la pena echarle un vistazo:



La segunda táctica que he seguido para hacer la lista no es tan directa y sencilla porque consiste en elegir canciones que, independientemente del tema que traten, tengan algo que las haga mañaneras. Puede ser la melodía o puede ser la letra, puede ser su evolución, que tengan un comienzo suave (nada de sobresaltos al despertar) y vayan cogiendo ritmo poco a poco, o puede ser simplemente por cuestiones personales. Por ejemplo, "Suite: Judy blue eyes" de Crosby, Stills & Nash la asocio con las mañanas del verano pasado y me trae muy buenos recuerdos. Y mediante esta segunda táctica añadí a la lista también a sus homólogos españoles Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán con "La Tempestad", o a viejos conocidos de este blog como Pigmy con su "Lantana" (una flor que se abre en la mañana convertida en canción) o el tema de "Shaft" de Isaac Hayes.

Y aquí es donde entráis todos vosotros, amigos y lectores de El Perro Lunar. Mi lista es, por principio, inconclusa y estará siempre abierta a nuevas incorporaciones, y como sé que todos vosotros tenéis un impecable gusto musical me atrevo a confiaros mis despertares y pediros que contribuyáis a expandir mi lista de reproducción de música mañanera. ¿Cómo son vuestros despertares musicales? ¿Qué canción os encanta poner por las mañanas? ¿Qué artista os hace empezar el día con buen pie? Ya sabéis cuáles son las limitaciones y restricciones musicales de este blog: ninguna. Mientras sea buena música da igual la época, el estilo o la nacionalidad. Así que, por favor, ayudad a un pobre bloguero lunar expatriado a despertarse con una sonrisa.

06 noviembre 2010

Manifiesto inesperado: A favor de Ismael Serrano

Desde luego con entradas como ésta no vamos a situarnos en la vanguardia de la blogosfera musical, pero si esto no es transgresión, no sé qué lo es. Me planto frente al teclado para venir aquí y decir bien alto que yo me compraba los discos de Ismael Serrano (tengo cinco) y que, no solo no me avergüenzo, sino que lo reivindico.

Recuerdo con claridad mis primeros dos discos “propios”, pedidos como regalo de Reyes a la edad de doce años. Se trataba de dos flamantes novedades discográficas del '97: Nos vemos en los bares, de Celtas Cortos y Atrapados en azul, disco debut de Ismael Serrano. A mí (nada objetivo) entender, dos elecciones magníficas y desde luego, dos discos a los que les tengo mucho cariño.



Diseño genuinamente 90's

¿A qué viene esto ahora? Contestaré con extraordinaria precisión: lo que me ha decidido a escribir este post es una escena concreta del estupendo Museo Coconut emitido el pasado lunes (como sabéis, la nueva sitcom de los chanantes). En ella, Raúl Cimas llama por teléfono a una compañía, le ponen en espera, y en el hilo musical se oye una voz chirriante cantando algo como “Papá...cuéntame...”, con la consiguiente reacción de Cimas: “¿Ismael Serrano? Ya llamaré mañana”. Y cuelga entre las risas del público. Esto me molestó, igual que me molestó que la divertidísima Pagafantas se cerrara con un chiste barato a costa de Enrique Búnbury. Y me molestó, primero por falso y forzado (ninguna empresa pone a Ismael Serrano en su hilo musical de espera) y segundo porque esa elección de canción concreta representa perfectamente los equivocados prejuicios contra su figura.

Papá, cuéntame otra vez fue el primer single de su primer disco, la canción que le dio a conocer. Ya sabéis de qué va: un hijo le pide a su padre que le cuente batallitas de su juventud revolucionaria. Una letra que, quizá por falta de pericia del autor, quizá por culpa del público, nunca se comprendió en todo su sentido. El propio Ismael lo explica mejor que nadie:

Se trata de una bronca generacional, un reproche para aquellos que creyeron que pidiendo lo imposible eran realistas (...) pero que finalmente, se convencieron de que crecer conllevaba una renuncia y abandonaron ciertas batallas dándolas por perdidas. (...) Me sorprendió que mucha gente no acertara a ver la ironía que empapaba ese “cuéntame otra vez”.

Compusimos esta canción al observar que mucha de la gente que se vanagloriaba de haber tenido una juventud de lucha e ideales había cambiado las hermosas consignas del 68 por otra muy diferente: renovarse o morir, y de la misma forma que hablaban con ilusión, nostalgia, condescendencia de aquellas utopías que como un virus de juventud se llevó el tiempo, (...) eran capaces también de loar las bondades del neoliberalismo y de la globalización atroz con que se despedía del viejo siglo XX. La canción, aún siendo un ejercicio de memoria necesario, no era un arrebato de nostalgia.”


"Qué sí, coño, que no lo pillásteis"

Poco importa esto ahora, puesto que hace mucho que al cantautor de Vallecas se le ha colgado una despectiva etiqueta de tipo anclado en el pasado, cubriéndose de polvo, añorando cosas que no vivió. Un sambenito tan burdo como falso: es un hecho más que habitual que las portadas de los periódicos, cargadas de actualidad, me remitan mentalmente a las canciones de Ismael Serrano. Tengo ejemplos a puñados:

Si se habla de la situación en el Sáhara, ahí está Un hombre espera en el desierto. (Desde los acantilados de Bojador cantan las olas: / “basta ya de derrotas" / El hombre del desierto esperó demasiado).

Si hay polémica por las tumbas del Valle de los Caídos, pienso en la emocionante historia del anciano de Al bando vencido. (Ni un momento, ni un recuerdo / para los que perdieron, los que construyeron / la tumba, el mausoleo / de la miseria, del carnicero).

Leyendo sobre el juicio a guardias civiles por torturas, enseguida me viene Atrapados en azul (Las cámaras nunca recogen / lo que sucede en la celda / entre uno y otro furgón).

Cuando el CCCB y, posteriormente La Casa Encendida programaron una exposición sobre los quinquis de los 80 en el cine y en la prensa para deleite de la modernidad (Susu y yo fuimos), yo ya tenía en la cabeza la Elegía al Vaquilla (Vencido rey del volante / no reponen ya tus cintas / en la vieja filmoteca).

Y qué decir de las tan en boga proezas sexuales de Sánchez Dragó, ya recogidas con nombre y apellidos en Yo quiero ser muy promiscuo (Yo quiero ser muy promiscuo / como el eximio escritor / y fiel votante del PP / Fernando Sánchez Dragó / que ha gozado de mujeres / no de una sino de un millón / y cada una diferente / que creo que es mucho mejor).

Joder, si hasta en el último post sobre Charly García estuve a punto de citar Buenos Aires 2001 (Los autos pasan lentos como una manada de elefantes / en lo oscuro una mujer me ofrece mate / y Charly salta por mí desde un rascacielos).


No sigo porque me doy cuenta de que ya estoy bastante cansino, pero quería dejarlo claro. Todos los enlaces que he puesto son de noticias recientes, pero el que quiera puede seguir pensando que Ismael Serrano canta sobre Mayo del 68. El problema es que parece ser que sienta mal que Ismael nunca haya pretendido ser moderno, de hecho le gusta citar a Cortázar con eso de que “no hay que confundir actualidad con modernidad” y hasta se anima a poner en duda la excelencia de la Movida madrileña, lo cual es verdaderamente excepcional en el panorama patrio.

Ismael Serrano se ha mantenido fiel a sus valores y a su estilo con perfecta sencillez y honestidad, y si eso es objeto de coñas pues qué se le va hacer. Yo desde luego pasé muchos años escuchándole y de hecho llegué a perfeccionar la imitación de su forma de cantar, de manera que el que me escuchara reconocía que era una canción suya aunque jamás la hubiera oído. Cierto es que hablo en pasado porque escasísimos son los artistas que te acompañan durante toda tu vida, y porque sus últimos discos me han parecido flojos. Pero resulta que el otro día me dio por volver a sacar Atrapados en azul de esa librería que tiene más de seiscientos discos y en la que él se instaló discretamente antes que todos los demás, con sus fotos del libreto tomadas en la estación de autobuses de Talavera de la Reina.



Toma giro personal al blog. Ismael y yo antes de que existieran las cámaras digitales.

Lo hice pensando que me traería recuerdos de mi época escolar, pero hete aquí que de pronto descubrí que las canciones me parecían nuevas, como si las oyera por primera vez. Y no porque hubieran cambiado, claro, sino porque el que he cambiado soy yo. Versos y temas enteros a los que antiguamente no había prestado atención me resultaron extrañamente cercanos. He estado oyendo sus primeros discos esta semana con esa sorprendente sensación hasta que me he dado cuenta de que hay una explicación evidente: son canciones que Ismael compuso cuando tenía la edad que tengo yo ahora. Nostalgia de los años buenos de la facultad, amigos que ya no ves, despedidas en aeropuertos, momentos críticos en las relaciones de pareja, dudas sobre el futuro... asuntos que yo ignoraba a los dieciséis años y que ahora aparecen en las canciones con extraordinaria claridad.

Ninguna canción es más representativa de esto que estoy diciendo que Ahora, que en su momento no era de mis favoritas y que ahora (valga la redundancia) me pareció muy emocionante. Quizá porque ahora yo he hecho varios viajes de esos que trajeron a otros vistiendo nuestros cuerpos, quizá porque ahora recuerdo que yo también estuve en las playas de Corfú, y que me besé en La Habana. No sé, quizá sea porque ya no escribo cartas y me duelen más las resacas, o quizá porque ahora amo a una mujer. A saber.

Sea como fuere, tengo que reconocer que me tranquilizó escuchar al final de la canción que “ahora es el momento de volver a empezar, que empiece el carnaval”.

Pues venga, que empiece.



29 octubre 2010

Dos o tres cosas que sé de Charly García

Estaba el otro día echando un ojo en la web de Efe Eme y leí que era el cumpleaños de Charly García. Efe Eme es una revista en la que salen los músicos que no son lo bastante comerciales para según qué medios, ni lo bastante modernos para según qué otros, y por eso me gusta. Yo me la compraba de vez en cuando (para los viajes en avión no fallaba nunca) hasta que desapareció en su versión de papel y se reconvirtió a digital.

Total, que era el cumpleaños de Charly García.

¿Qué sé yo de Charly García? Pues lo mismo que la gran mayoría de los aficionados españoles a la música: muy poco. Y sin embargo en Argentina es una figura de primer orden, extremadamente popular gracias a su larga trayectoria. El tipo está considerado un genio capaz de lo mejor y de lo peor, y tiene seguidores acérrimos y detractores furibundos. Sé que estuvo en varios grupos y que también ha hecho carrera como solista, pero tendréis que consultar otras fuentes para informaros en profundidad, ya avisó el Perro Lunar de que esto va a ser más informal ahora. Yo no conozco demasiadas canciones suyas, pero hay una que he escuchado cientos de veces, que volví a poner cuando leí lo de la Efe Eme y que me ha animado a escribir este post.

La canción se llama Rasguña las piedras.

Si quedan personas que piensan que la música popular no es arte (y yo creo que quedan), esta canción debería bastar como argumento para sacarles de su error. No digo “es arte” en plan “qué buena es”, sino que me parece una obra grande, importante, sólida, de las que perduran. Hay quienes creen que trata de un hombre hablándole a la tumba de un ser querido, hay quienes ven en ella a los presos de la dictadura militar comunicándose entre sus celdas...y es que la canción trata de eso y de muchas cosas más, porque como tantas grandes obras, habla de lucha y esperanza, de la naturaleza humana. Y por supuesto, es muy emocionante. Aquí la tenéis.


No tiene vídeo ni falta que le hace


Otra cosa que sé de Charly García es que cuando estaba haciendo la mili lo pasaba realmente mal y estaba desesperado por marcharse de allí. Cuando le ingresaron en el hospital militar con un soplo en el corazón, le encargaron que bajara un cadáver a la morgue, pero él prefirió llevárselo al bar y pedir dos coca-colas, una para el muerto y otra para él. En vista del panorama, le dieron de baja en el ejército.

Y una última cosa que sé es que, estando en el hotel Aconcagua de la ciudad de Mendoza, se tiró a una piscina desde un noveno piso (la piscina estaba en el segundo), inventando de esta manera el balconing. Charly explicó semejante hazaña con claridad meridiana: yo me tiré a la pileta siempre por lo que creía. Por si no había quedado claro, volvió a hablar de ello en su canción Me tiré por vos, con cuya letra me despido. No son muchas cosas las que sé, pero tienen su punto, ¿no?


Estaba muy aburrido en la Mendoza fatal

Me dije ¿qué me falta ahora? Sólo aprender a volar

Me tiré por vos, no por la fama

Me tiré por vos, no por la cana

Me tiré por vos, no por los medios

Me tiré por vos, me tiré por nada